En rigor, ya no puede decirse que la crónica sea un género marginal. Aunque aún carente de espacio significativo en los medios escritos tradicionales de América Latina, las revistas especializadas se multiplican— Cristian Alarcón acaba de lanzar Anfibia, la primera revista de crónicas online de la Argentina, que se suma a Etiqueta Negra (Perú), El Gatopardo, El Malpensante (Colombia) y otras que recorren América Latina—; las editoriales le dedican colecciones especiales— entre las que destacan Anagrama y Tusquets, ambas con base en España— o antologías como las que publicaron Alfaguara y Anagrama en 2012;1 la academia la sigue de cerca con publicaciones, congresos, seminarios que analizan la marginalidad que resta, su alteridad frente a los géneros canónicos. ¿Es que vamos en camino a la institucionalización plena de la crónica en el territorio de las letras o se trata de un boom pasajero?